miércoles, 30 de noviembre de 2011

Kratos, el espartano

Kratos, padre y guerrero, fue criado en Esparta, una ciudad de Grecia caracterizada por ser la cuna de los mejores guerreros. Desde muy pequeño Kratos mostraba gran fuerza, resistencia y tenacidad, a diferencia de su hermano menor, el cual fue secuestrado por Ares y llevado a los dominios de la muerte debido a la profecía del guerrero marcado (donde Kratos al tratar de detenerlo fue golpeado gravemente en el ojo por Ares, causándole su cicatriz). Kratos fue reclutado y separado de su madre. Con gran maestría, entrenamiento, disciplina y constancia, fue escalando rangos en la milicia espartana, hasta alcanzar al grado de general, junto a miles de guerreros que estaban bajo su mando.
Uno tras otro, los pueblos bárbaros caían ante las tácticas brutales y despiadadas, pero eficientes, de Kratos. Este llevó su ambición al máximo para seguir conquistando ejércitos. Su esposa era la única que le imponía el deseo de parar con estas guerras, con esta masacre.
Fue en el Norte donde se enfrentó con su destino, un gran ejército de bárbaros le hizo frente. Sus subordinados fueron cayendo uno por uno y Kratos quedó solo a merced del jefe bárbaro y sus guerreros.Kratos llama a Ares el dios de la guerra y dice(salvame y mi vida sera tuya)ares mata a todos sus enemigos y Kratos se convirtio en el siervo de Ares haciendo masacres y cosas horripilantes.

Las espadas del caos

Kratos estaba a merced del jefe bárbaro, pero para el espartano, la victoria se debía conseguir a cualquier precio, aunque ese precio fuese su mismísima alma. Por eso, ante el inminente golpe de gracia del jefe bárbaro, le suplica a Ares, dios de la guerra, la victoria a cambio de su vida diciendo "Ares, destruye a mis enemigos y mi vida es tuya". Entonces, el dios desciende del Olimpo cerrando el trato que le había ofrecido Kratos y destruye a todos los enemigos de éste, quemándolos, explotándoles la cabeza o doblando sus cuerpo hasta quebrarse. Como cierre, entrega a Kratos las Espadas del Caos, espadas forjadas en los fuegos del Hades, que quedaron fundidas mediante unas cadenas a sus brazos. Kratos cortó con estas espadas la cabeza del jefe bárbaro. Desde ese momento, ya con la victoria consumada frente a los bárbaros, Kratos se convirtió en el fiel guerrero de su amo, esparciendo con sus ejércitos repletos de feroces soldados el mensaje de guerra y dominio de su dios, Ares.

El campeón de los dioses

Las pesadillas, las memorias y las visiones de lo que había pasado esa noche se quedarían pegadas en su memoria por siempre. Es así como desde ese momento, y tras 10 largos años, le sirve fielmente a los dioses del Olimpo como su campeón, haciendo tareas imposibles para un simple humano, como matar al Basilisco en la ciudad de Ática, vencer por si solo al general de Persia, salvar a Helios, dios del sol, de las manos de Atlas, el titán, y la diosa Perséfone y matar a la Hidra en el Mar Egeo por una orden de Poseidón (Desde esta parte comienza el juego, las anteriores aparecerán en recuerdos de Kratos durante el juego). Todo ello por sólo un trato: el olvido de las pesadillas que le atormentan.
Después de tantos años de obediencia, y tras justamente haber acabado con la Hidra, Kratos se comunica con Atenea y le reclama que ya le había servido durante 10 largos años, había complacido a sus dioses por mucho tiempo, y las pesadillas todavía no se iban. Atenea le dice que antes tiene que realizar una tarea más, la última de todas: matar a Ares, ya que estaba destruyendo la ciudad de Atenas. Como los dioses no lo podían detener, debido a una orden de Zeus que prohibía a los dioses que lucharan entre ellos, sólo un mortal entrenado por un dios podría encargarse de la tarea de poder matarlo. Con el único propósito de encontrar la paz interna, se embarca en la aventura de matar a un dios, adentrándose en la ciudad de Atenas asediada por el dios, donde Kratos deberá buscar al oráculo de Atenas para que pueda ayudarlo.
Tras adentrarse en la ciudad asediada por el ejército inconmensurable de Ares, vencer las dificultades y haber salvado al oráculo de Atenas de su muerte, la misma le dice que la única forma de que un mortal pudiese acabar con un dios, sería obteniendo la caja de Pandora. Esta caja le otorgaría poderes sobrenaturales, siendo el arma más poderosa a la que un mortal podía acceder. Por eso, se encontraba muy bien escondida de los mortales. La caja se encontraba en un templo inmenso, anclado en la espalda del gran titán Cronos, quien mora en el Desierto de las Almas Perdidas. Al llegar a dicho desierto, Kratos tiene una revelación de una estatua de Atenea, que le indica que siga el canto de las sirenas ya que lo guiaran hacia la caja. Una vez atravesado el desierto, Kratos toca un cuerno inmenso que le permite que el gran titán se acerque a donde está su posición para poder escalar hacia el templo de Pandora.

El nuevo dios de la guerra

Kratos, al haber cumplido el mandato de Atenea, siente que será redimido de sus sentimientos de culpa, pero cuando habla con ella, esta le dice que los dioses han llorado a su hermano caído y que le agradecen por realizar su tarea, pero que no sería despojado de sus pesadillas que le atormentaban cuando mato a su familia ya que ningún hombre y ningún dios olvidaría los terribles hechos que él había cometido.
Al ver que su principal objetivo no se había alcanzado y que viviría con el remordimiento de no recuperar a su familia por el resto de sus días, Kratos no soporta la idea y decide lanzarse desde la cima de una montaña en cuyo precipicio le esperan unos riscos que seguramente acabarán con su vida, diciendo "Los dioses del Olimpo me han abandonado... ya no queda esperanza", pero al lanzarse y caer en el agua, es levitado por la diosa Atenea hasta la cima donde se lanzó, donde se encontraba una estatua de ella y una compuerta dorada misteriosa, diciéndole que aún no era su momento de morir, y que los dioses no podrían olvidar las hazañas que logró sin ayuda alguna de un dios, y, como Ares había muerto, quedo una vacante entre los dioses que debía ser ocupada por él, ya que no existía un dios de la guerra, es allí, donde Atenea abre la compuerta dorada y revela su interior: la entrada lo llevaba al Monte Olimpo. La diosa le entrega las Espadas de Atenea, que se asemejan mucho a las Espadas del Caos, sólo que estas son de oro, en vez de las otras que estaban forjadas de hierro. Kratos entra al Monte Olimpo, llega a un salón donde al fondo lo espera el majestuoso trono donde, por fin, se sienta y descansa sabiendo que no sólo había logrado lo imposible, sino que también ahora era el nuevo dios de la guerra.